viernes, 29 de mayo de 2015

Cinco años de perseverancia recompensados

En abril de 2009, al mismo tiempo que el nuevo arzobispo se instalaba en Lecce, se celebraba la primera Misa según la Forma Extraordinaria del Rito Romano en la arquidiócesis. Organizada con el apoyo de un párroco de buena voluntad y celebrada por un sacerdote del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote venido de Roma, era la culminación de largas semanas de preparativos. 

La Misa era celebrada en un horario libre entre dos Misas dominicales ordinarias, pero pronto los fieles se desilusionaron, puesto que, ya desde la segunda Misa, algunos parroquianos habituales comenzaron a protestar de tal manera ante el párroco que éste decidió trasladar la celebración a una iglesia anexa. La nueva iglesia era bella y estaba bien ubicada, pero la separación impedía a los fieles participar en la vida de la parroquia.


Gracias al apoyo del párroco y a los esfuerzos de los fieles que, todas las semanas, multiplicaban las llamadas y los kilómetros para conseguir un celebrante, la Misa tenía lugar todos los domingos. Además, los fieles organizaban diversas conferencias y encuentros sobre la liturgia tradicional y el motu proprio Summorum Pontificum (2007) de Benedicto XVI. Cada una de estas conferencias constituía una ocasión para publicitar su existencia y su amor por la Misa que por tantos siglos celebró la Iglesia, como también para invitar a un sacerdote que celebrase el domingo. Aunque todos estos esfuerzos costaban mucho, tanto en tiempo como en dinero, los fieles estaban dispuestos a todos estos sacrificios con tal de poder vivir su vida cristiana al ritmo de la forma extraordinaria.
A fines de 2009, pidieron al nuevo arzobispo que designase un celebrante regular. La respuesta no se hizo esperar: Monseñor D’Ambrosio no era partidario de la forma extraordinaria y rechazó la idea de designar formalmente un sacerdote para ese cometido. 




Los fieles no se desanimaron y siguieron con su esfuerzo semanal domingo tras domingo para conseguir sacerdotes que celebrasen la Misa según la liturgia tradicional. Incluso recurrieron a diversos prelados para que celebrasen la Misa en la ciudad, como fue el caso de la cardenales Brandmüller y Burke o Mons. Schneider. Todos los esfuerzos por restablecer la celebración de manera regular fueron en vano, al punto que, como señaló uno de los responsables del grupo, «poco a poco, la indiferencia hacia nosotros se transformó en una franca hostilidad, al punto que incluso algunos sacerdotes diocesanos que asistían a nuestras conferencias, terminaron por dejar de venir».

Finalmente, en 2014, en la misma iglesia puesta a su disposición, el grupo terminó siendo considerado indeseable. Así recoge la nueva situación Paix liturgique: «La Providencia quiso entonces que otro sacerdote, capellán de una cofradía, nos brindara su hospitalidad y además se mostrara dispuesto a celebrar para nosotros. Por desgracia, no imaginamos que los miembros de la cofradía protestarían ante el arzobispo. Éste, de inmediato, prohibió de manera explícita al sacerdote binar [celebrar dos veces la misa el mismo día]. El sacerdote no se desanimó y decidió encontrar alguien que lo reemplazara en la misa de la cofradía, celebrada en la forma ordinaria, para así poder estar disponible para nosotros. Entonces llegó una nueva disposición para los capellanes de las cofradías de la diócesis, que los obligaba a celebrar en persona las misas dominicales de su cofradía [...]».
Frente a semejante adversidad, muchos habrían abandonado su empeño. Pero no los de Lecce, que decidieron apelar a Roma. Cabe aclarar que uno de los miembros de la Comisión Ecclesia Dei, Fray Vincenzo Nuara OP, había concurrido varias veces a celebrar a Lecce y conocía perfectamente la situación. Ante todo, los fieles de Lecce tenían la ventaja de poder proponer una solución muy sencilla, dado que el capellán de la cofradía seguía dispuesto a celebrar para ellos. Bastaba que se le concediera la facultad de binar, es decir, de celebrar tanto para la cofradía (en la Forma Ordinaria) como para el grupo Summorum Pontificum (en la Forma Extraordinaria).

 Misa en San Francesco di Paola, Lecce
Poco después, el arzobispo se puso en contacto con los fieles y publicó, finalmente, en noviembre de 2014, un decreto autorizando al capellán a binar. Desde entonces, los fieles del grupo se reúnen todos los domingos a las 11 horas en la iglesia San Francesco da Paola (o Santa Maria degli Angeli), en la plaza de Peruzzi. Finalmente, gracias a Dios, el espíritu de reconciliación querido por Benedicto XVI al promulgar el motu proprio Summorum Pontificum terminó por imponerse y la Forma Extraordinaria tiene hoy una situación regular dentro de la vida de la diócesis, contribuyendo al crecimiento espiritual de los fieles. 

Nota: La nota, originalmente publicada en francés por Paix liturgique, ha sido reproducida por Infocatólica (la versión española de Paix liturgique puede ser consultada aquí). 

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